Marc, su vida y sus palabras, a raíz del cáncer que le diagnosticaron, han inspirado la creación de este blog. Este es un espacio para compartir testimonios, lecturas, reflexiones y comentarios entorno a la vida y la muerte, la esperanza, la enfermedad, los duelos, las oportunidades… que puedan servir de consuelo, aliento y estímulo.
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A Marc, pasada la puerta

enero 30th, 2014 | Posted by adminblog in Uncategorized

Marc, ¿cómo se ven las cosas, pasada la puerta? La de la Quimio te horrorizaba pasarla. Tenemos muchas preguntas, y tú ahora ya tienes todas las respuestas. ¡Ahora sonríes con una sonrisa sincera y pacificada! Quizá es tu padre el primero que ha venido a abrazarte… Mira toda esta gente; te quieren mucho. Están tocados, como yo. Me impresiona comprobar estos días como has entrado en la vida de muchas personas y has dejado una huella enorme. El hijo que has sido, el hermano, el jesuita, el sacerdote que has sido ha hecho un bien tan grande…

He escogido la Parábola del hijo prodigo: una parábola…. Tú has pasado buena parte de la vida escribiendo parábolas, comparaciones, homilías, twitters, entradas en Facebook… buscando hablar a tus contemporáneos de Dios, de su misterio real y presente, de su Reino que esperamos y que ya se va realizando aquí… ¡Tu talento ingenioso y artístico nos ha dejado parábolas e imágenes potentes! La que más me queda, la de los Fondos Reservados con aquel “la diferencia entre darlo todo o darlo casi todo es infinita”. ¡Que bien sabes tú, esto!. También las canciones, a mí la que más me gusta es “Al cor del món”, pero “respiro, visc”, nits de Sant Joan” sobre el barrio del Raval…

En la parábola hay un hermano mayor, aquí es “el malo de la película” porque no entiende nada. Tú eres muy hermano mayor. Yo y muchos otros hemos sido un poco tus “hermanos pequeños”. Has tenido siempre ese carisma de decir las cosas con una fuerza, a veces pontificando demasiado… pero nos has marcado. No te era fácil pedir ayuda… Pero te hemos querido mucho! Quizá porque tus defectos no los escondías… Hermano mayor en definitiva. Y, como tú sabes, en la parábola corregida, el mismo Jesús es el hermano mayor que va a buscar a su hermano pequeño para convencerlo que vuelva a casa; que el Padre lo espera, que hay una fiesta para él. Es como si todo lo que has predicado, hecho y escrito, fuera para animar a los “hijos pródigos” de nuestro siglo ateo y agnóstico a volver a la casa del Padre. Y decías: “me cuesta muchísimo justificar la esperanza de un mundo sin Dios (…) No puedo vivir ni un solo minuto sin creer que él se acerca, que ya está en las puertas”.

Pero en realidad he escogido este Evangelio pensando en ti, Marc, como hijo prodigo. Como te decían, a raíz de la enfermedad: « Hasta ahora has escrito homilías, a partir de ahora tú serás la homilía». Es tu propio trayecto, Marc, lo que es la homilía para nosotros. Con tantas puertas, y probablemente con una dosis de dolor, de noche y de sufrimiento puede ser excesiva… quien sabe… Un largo trayecto… 45 años dan para mucho.

Y así en este largo trayecto, has tenido que pasar muchas puertas; la del noviciado, la de tantas comunidades…. Como decíamos, que duras estas últimas puertas de la Quimio. Como escribías en aquel artículo “la puerta”; ¿Es la primera vez que ves esa puerta? Hospital de día. Sala de Oncohematología”… Pues sí. ¿Lleva tiempo ahí? Y decías también; “De golpe, atraviesas una puerta que ni tan solo sabias que existía y entras en un lugar del que no tenías ni la más remota noticia”.

¿Cuántas de estas puertas ha habido en tu vida? Hoy, en la puerta que estas ahora, como tú mismo dices en el texto “he tenido un sueño”, habrás visto pasar tanta gente con unas muertes mucho menos públicas y mediáticas que la tuya; menos acompañadas, más solas… en un desierto, en el mar, en las calles de las grandes ciudades. Son el señor Andrés vagabundo de Collblanc y la Niña Júlia de la Chacra del Salvador quienes han intercedido para hacerte entrar.

Aunque es cierto; por mucho que te hayamos acompañado como hemos podido, siempre con el sentimiento de culpa de no haber hecho bastante, hay una soledad que no te podíamos ahorrar. A solas has tenido que abrir la última puerta. Tu solo, en esta terrible soledad de estos momentos, has abierto la puerta. Y como dices: “Dios mismo asoma y hace como quién mira que no quede nadie fuera, y yo que es la primera vez que lo veo me resulta familiar: tiene la nariz de Juan Antonio, las orejas del Señor Andrés, las manos de la Niña Julia…”

Y aquí nos quedamos nosotros, esperando que nos abras un día la puerta. De momento, cuida de nosotros. Danos buen humor, creatividad… y fuerza para ir a buscar tantos hermanitos perdidos y abatidos en tantos rincones del mundo.

Alexis Bueno Guinamard, sj

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2 Comentarios

  • Miguel says:

    ¡Cuánta confianza, cuánta fe destilan las palabras de Marc y las de Alexis!.

    ¡Que pocas certezas! ¡Cuánto compromiso! ¡Cuánto trabajo! ¡Cuánto de divino en lo humano!

    Aquél cuya enfermedad es Jesús, no se cura jamás. Felices vosotros que habéis enfermado de Jesús y no

    seréis curados.

  • Carles says:

    Se trata de vivir sencillamente para que los demás puedan, sencillamente, vivir. Ayudar sencillamente a los demás que es cuidarlos gratuitamente como hermanos nuestros, hijos de un mismo Padre. Y por ultimo, seguir sirviéndoles, muriendo sencillamente en Jesús.



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