Marc, su vida y sus palabras, a raíz del cáncer que le diagnosticaron, han inspirado la creación de este blog. Este es un espacio para compartir testimonios, lecturas, reflexiones y comentarios entorno a la vida y la muerte, la esperanza, la enfermedad, los duelos, las oportunidades… que puedan servir de consuelo, aliento y estímulo.
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La Homilia de Marc

ESTA ES NUESTRA ESPERANZA

HOMILIA DG-TO-B34 (Mc 13,24-32)

Las palabras del evangelio de hoy son auténticamente apocalípticas, es decir, profundamente esperanzadoras. Ya pueden temblar el cielo y la tierra, ya pueden oscurecerse el sol y la luna, ya pueden caer del cielo las estrellas… lo que no se tambalea es el amor de Dios. Todo pasa, es cierto, excepto una cosa! Hay una cosa que no pasa, que no es relativa, que no es hoy y deja de ser mañana… sus palabras no tienen fecha de caducidad: «en ese momento será salvado tu pueblo … los justos resplandecerán como la luz del firmamento … brillarán como las estrellas para siempre. »(Dn 12,1-3)

Me maravilla la frivolidad con que habla de la muerte de Dios la misma gente que se pone las manos en la cabeza por el calentamiento del planeta o por el agujero en la capa de ozono. Un planeta recalentado, es algo a evitar a toda costa, pero de una manera u otra sigue siendo un planeta. Un universo sin fundamento, en cambio, colapsa. Una humanidad sin sentido, se hunde. La creación puede pasar, lo que no pasa es el impulso irreprimible de vida que puso en marcha todo esto y que lo mantiene en la existencia y en el sentido. Un mundo que no es creación, sino pura mecánica cósmica y biológica, colapsa. Pero no colapsa por el final, sino por el principio. Lo más grave no es que no tenga futuro, sino que no tiene pasado, no tiene origen, no tiene intención, no tiene génesis, es como un hijo desamparado que no conoce el padre.

¿Cuál es el fundamento de nuestra esperanza? El apóstol es consciente que más decisivo aunque dar razón de la fe, es dar razón de la esperanza (1 Pe 3,15). La gente pedirá que dé razón de su esperanza: ¿Qué es lo que da sentido a su vida? ¿Por qué os levantáis cada mañana y vais al trabajo, a la escuela, a la montaña o a la familia? Sinceramente, y no lo digo para cubrirme, me cuesta muchísimo justificar la esperanza en un mundo sin Dios

¿Quién nos liberará de las garras de la muerte? ¿Quién dará a nuestra vida un sentido capaz de liberarnos de la fuerza centrípeta de nuestro ombligo? ¿Quién vindicará las víctimas del odio y de la injusticia que la humanidad ha ido sacrificando al Moloc de la historia? ¿Quién cerrará todas las heridas, que vendará todas las llagas? ¿Quién hará resplandecer la verdad como el mediodía, la justicia como el mediodía a fin de los tiempos?

¿Quién hará todo esto, sino Dios, aquel que es misericordia infinita y amor sin puesta? ¿Puede vivir un solo minuto, un solo segundo, sin creer que él se acerca, que ya está en las puertas? ¿Podéis vivir un solo minuto, un solo segundo, viendo cómo pasa todo eso que tanto queremos, sin estar firmemente arraigados en la esperanza de que al menos sus palabras no pasarán? ¿Podéis vivir un solo minuto, un solo segundo, sin estar completamente seguros de todo esto? Si es así, sinceramente, no lo entiendo.

¡QUE CHISTE!

HOMILIA DG-TO-B32 (Mc 12,38-44)

Hoy Dios nos cuenta un chiste. A Jesús le ha hecho mucha gracia, pero a nosotros nos ha puesto cara de pescado hervido … Muchos ricos tiran mucho dinero al tesoro del templo, mientras una viuda pobre tira sólo un par de monedas de las más pequeñas. Jesús se parte de risa, pero nosotros no le encontramos la gracia, sinceramente.

¿Cuál es el chiste que Dios hoy nos cuenta y qué gracia tiene, si es que la tiene?

Jesús mira como los ricos tiran mucho dinero al tesoro del Templo. Qué aburrimiento. Por ejemplo, Amancio Ortega, fundador de Zara: dice que ha dado 20 millones a Cáritas, pero dicen también que su fundación en mueve cerca de 6.000 millones. Nada, ha tirado las sobras. Sólo faltaría que los ricos no echaran mucho, ya ves qué cosa. Además, resulta que, de todo lo que tiran, recuperan una buena parte. Dios se aburre infinitamente ante nuestra generosidad de escaparate. Isaías lo dice a la brava: « ¿Por qué me ofrecéis tantos sacrificios? Estoy empachado… ya tengo bastante… ¿Quién os ha pedido todo esto? No traigáis más ofrendas inútiles… ¡las detesto! … me dan asco, son para mí una carga, estoy cansado de aguantarlas… » (Is 1,10 ss)

De repente, sucede algo que llama poderosamente la atención de Jesús y lo saca de su modorra: una mujer se acerca tímidamente y tira dos monedas de las más pequeñas. He aquí! Eso sí que tiene gracia: dos miserables monedas, una broma, una broma colosal, por fin una broma capaz de sacar a Dios de su letargo. Jesús congela la imagen del mundo y, por un momento, restituye la jerarquía cósmica, pone arriba lo que estaba abajo, y hace bajar el que habíamos puesto arriba.

El profeta Elías conoce también esta broma y busca la viuda más pobre de Sarepta para verificarla. Busca aquella persona que no le puede dar lo que él necesita, porque es todo lo que le queda por vivir. El bote de harina y la jarra de aceite deben quedar vacíos. Sólo entonces, Dios las puede llenar. Si no se vacían, no hay espacio. No podemos encontrar a Dios mientras el bote y la jarra estén llenos a rebosar, sino cuanto nos falta hasta lo que necesitamos para vivir. ¿Os ha hecho gracia el chiste? No, ¿verdad? Me lo temía. ¿Qué le vamos a hacer? Es así.

Dios ocupa el lugar que nosotros le dejamos. Si le damos lo que nos sobra, Dios nos acaba sobrando. Si le damos todo lo que tenemos, Dios se convierte en todo lo que tenemos. Este es el chiste: Dios sólo existe si le dejamos ocupar el lugar de lo que necesitamos para vivir. Y lo que verdaderamente necesitamos para vivir no son todo el dinero que nos sobra, por mucho que sean 20 millones; sino aquellas dos monedas más pequeñas que necesitamos para vivir. Qué broma de mal gusto para nuestras afinadas economías existenciales!

Un Dios que se sale del presupuesto, sinceramente, es una broma que no nos esperábamos.

¿ES UN MANDAMIENTO?

HOMILIA B-TO-31DG (Mc 12,28-34)

Vaya por delante la anécdota que cuentan de un compañero jesuita francés. Antes de comenzar la eucaristía, alguien le preguntó en la sacristía que pensaba decir en la homilía y el respondió, sin darse cuenta de que tenía el micro conectado: «Hoy les diré lo de Dios os ama, blabla, blabla, blabla … »

Dicho esto, vamos al Evangelio de hoy: ¿puede ser el amor objeto de un mandamiento?

Claro que sí y más que ninguna otra cosa, a no ser que queramos convertirlo en la forma más aburrida y obvia de blabla, blabla, blabla! Que el amor sea un «mandamiento» quiere decir que me determino a hacer aquello a lo que estoy obligado, lo intento una y otra vez, me veo muy lejos y, sin embargo, cada vez más atraído, más decidido, más animado. Dios nos manda el amor, no puede ser de otra manera, nos lo pone como deber, como proyecto y como sentido de nuestra vida.

El amor se convierte en objeto de un mandamiento, porque el amor es exigente, nos produce un saludable hormigueo interior, pero también abre heridas y nos hace sufrir. El mandamiento nos recuerda que el amor lo debemos poner «más en las obras que en las palabras», y que ponerlo en las obras no es fácil, requiere mucha determinación. Una determinación que nos viene de Dios, de la determinación con la que Él nos ha amado primero. El mandamiento es la dimensión realista del amor.

El resto no es más que blabla, blabla, blabla …

HIPOTALAMO

HOMILIA B-TO-30DG (Mc 10,46-52)

[VIQUIPÈDIA] El hipotálamo, además de participar en muchas funciones nerviosas también actúa sobre la hipófisis, que es la glándula encargada de controlar la secreción hormonal … Es la región responsable del control de la expresión fisiológica de la emoción. .. regula el hambre, el apetito y la saciedad … regula el ciclo del sueño y de la vigilia … regula el balance de agua en el cuerpo actuando sobre los riñones … está asociada con el contacto y el orgasmo, tanto en hombres como en mujeres …

… y muchas otras funciones que me ahorro… pequeño como una lenteja … no es extraordinario? Las mujeres no tienen ninguna duda: desde muy pequeñas tienen la menstruación. Una vez al mes, unos cuantos de estos parámetros se les descontrolan y se ponen como se ponen. De hecho, yo no sabía cómo se ponían, ahora me puedo hacer una idea. Una amiga me confesaba: «Marc, llevo veinte años felizmente casada, pero una vez al mes estoy a punto de dejar el marido.» Entiendo, créeme: a mí se me ha alterado el hipotálamo y, a ratos, es como si fuera otro.

Estas «sorpresas» forman parte de la enfermedad. Resulta que, de golpe, te vuelves un extraño para ti mismo, ¡imagínate para los demás! El amor debe ser muy incondicional: tanto, que no puedes exigir a nadie y sólo lo puedes esperar de unos cuantos. Decides aislarte mientras no vuelvas a ser reconocible, intuyendo que quizás nunca más lo serás. El hecho es que ahora me parece entender mejor el ciego mendigo del Evangelio, sentado en el borde del camino, tratando de no molestar. Su «hipotálamo social» había quedado definitivamente alterado y más le valía hacerse a un lado.

«Y la vida continúa…» como se suele decir (tan equivocadamente), cuando la verdad es que nos estamos resignando, convencidos de que no hay nada que pueda interrumpir «esta fatalidad que nos ha tocado vivir.» Thomas Merton escribió un libro de 800 páginas sobre su vida, pero lo esencial se puede resumir en dos líneas: «Entonces ocurrió algo extraño. Sin pensarlo, ni discutirlo en mi mente, cerré la puerta, me puse de rodillas junto a la cama y recé.» De pronto, en ocasión de la muerte de su abuelo, gritó y sabéis ¿qué es lo que gritó? «Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!». Lo mismo que gritó el ciego Bartimeo del Evangelio. Ya está.

¡Y querían hacerlo callar! Jesús les dice: no lo hagáis callar, haced todo lo contrario: «llamadlo.» Ellos no tienen ni idea de qué es lo que ha pasado, y es que no han tenido nunca el hipotálamo definitivamente alterado. Para ellos, el nombre de Jesús es un nombre más, y no el único nombre que nos puede salvar… no sólo confortar, o satisfacer, o tranquilizar…, sino salvar. Salvar, sí … de qué? pues, de lo que debe ser? de la muerte, de qué sino?

Una vez lo sabes, tengas como tengas el hipotálamo, lo que está claro es que no vuelves a pronunciar nunca más su nombre sin gritar.

DERECHA E IZQUIERDA

Santiago y Juan quieren lo mismo, por mucho que pidan aparentemente lo contrario. Santiago quiere sentarse a la derecha y Juan a la izquierda. Son cosas que pasan.

«Maestro, queremos que nos concedas lo que te pedimos». Mira, bonito, este es el programa de este partido y su hoja de ruta, lo decimos porque te sitúes. Esta tarde nos entregan los pósters con tu foto encima del eslogan y mañana empieza la campaña. Te ha quedado claro?

«No sabéis lo que pedís.» El chico nos ha salido sabiondo: por supuesto que lo sabemos, quién no lo sabe todavía eres tú, pero ahora lo sabrás, por eso precisamente veníamos… ¿Te importa si nos sentamos? ¿Qué te dije, Juan? …

«Podéis beber la copa que yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo seré bautizado?» Qué manía! ¿A qué viene ahora todo esto? ¿Quizás tiene sed? ¿Es que no se ha duchado esta mañana? Quieres decir, Juan, ¿qué es tan bueno como decías? No funcionará.

«I tanto que beberéis la copa que yo beberé y seréis bautizados con el bautismo con que yo seré bautizado… pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo…» ¿Te lo había dicho o no? Mal rollo todo el que quieras, pero de lo que se trata, derecha e izquierda, nada de nada. Tanto como lo hemos ayudado hasta ahora, quinientos años soportándolo… ¡desagradecido separatista! Cuánta razón, Santiago, no somos más que un botín de guerra …!! Imperialista de narices!!

«Entre vosotros no debe ser así. » ¿Todavía? Como debe ser, si no?

« ¿Quieres ser importante? Hazte servidor. ¿Quieres ser el primero? Hazte esclavo.» Ya te decía yo, Santiago: «Ils sont fous ces romains.» Exacto, Juan, se puede decir más alto, pero no más claro: «Ils sont fous ces galois.»

EL DIVORCIO

HOMILIA DG-TO-B27 (Mc 10,2-16)

Esta fue la homilía con la que inauguré el Blog ahora hará seis años, el domingo 8 de octubre de 2006. Me ha parecido más que oportuno recuperarla, debidamente retocada en los detalles, pero manteniendo las líneas maestras. Me maravilla su actualidad, y es que, de hecho, el Evangelio, bien interpretado, siempre es actual, siempre es «ahora y aquí, para mí».

El Evangelio habla del divorcio, un tema candente y caliente, hoy y siempre. He estado tentado de comentar la primera o la segunda lectura y hacerme el loco con el Evangelio. Pero me he decidido a coger la sartén por el mango. No es la primera vez que los fariseos buscan a Jesús para ponerlo a prueba: – «Moisés en la Ley nos ordenó apedrear a estas mujeres. Y tú, ¿qué dices?»

Un detalle importante: los que plantean la cuestión no son los divorciados, sino los fariseos y, además, no lo hacen para recibir un consejo que siente doctrina recta y «oficial», sino para ponerlo a prueba. Los fariseos saben muy bien lo que dice la ley al respecto, demasiado bien, se la conocen al dedillo. El problema es que utilizan la ley para poner trampas y para discriminar. Para poner trampas a Jesús que pone la ley al servicio de las personas y no las personas al servicio de la ley, y para discriminar a la mujer en un sistema social que permite el marido de repudiar a la mujer, condenándola así a la marginación social y en la indigencia.

Primer detalle importante: el evangelio de hoy no va dirigido al divorciados, sino a todos, y la cuestión que nos plantea Jesús no tanto sobre el divorcio como sobre la manera ¿que tenemos nosotros de situarnos ante la ley? ¿Cómo se sitúan los fariseos ante la ley? Los fariseos son aparentemente fieles a la letra, pero profundamente infieles al espíritu. Saben muy bien que «el hombre deja a su padre ya su madre para unirse a su mujer, y desde ese momento forman una sola carne.» Y saben también que «Moisés permitió dar a la mujer un documento de divorcio y dejarla marchar.» Entonces, ¿cómo puede ser que la ley se contradiga, si Dios no se contradice nunca?

El divorcio ya era un tema polémico en la Biblia y hacía tiempo que los fariseos discutían sobre este punto. A los fariseos no les interesa el divorcio, sino utilizar el divorcio para atacar a una persona que critica la manera que tienen ellos de situarse ante la ley. ¿Cómo nos situamos nosotros? ¿No hacemos quizás nosotros lo mismo cuando nos tomamos las palabras de Jesús como una sentencia discriminatoria de tanta gente que pasa por el drama de la separación y la ruptura matrimonial? Hay un hecho que no podemos negar: lo que Dios ha unido, de hecho, el hombre a menudo acaba separando.

¿Pero es que no ocurre esto con tantas otras cosas de nuestra vida , tanto o más graves que el divorcio , y no por ello quedamos fuera de la comunión ? El problema viene cuando aislamos las sentencias de Jesús y las convertimos en ley inmutable. ¿No nos dirigiría Jesús a nosotros las mismas palabras que dirige en el Evangelio a los fariseos? “Utilizad la ley para discriminar y para excomulgar, en vez de utilizarla para acoger y humanizar. » El divorcio no es bueno, para nadie. Dios no quiere el divorcio. Nosotros no queremos el divorcio. Una madre trataba de explicarle a su hijo pequeño la separación de un matrimonio amigo y el hijo se le plantó en seco y le dijo: «calla mamá, eso no lo digas nunca, nunca». Aquel niño tampoco podía aceptar la idea de un divorcio: no hay nada que sea más instintivamente antinatural y doloroso para un niño que imaginar la separación de sus padres. Nadie quiere el divorcio, de acuerdo. Pero, ¿qué ocurre cuando graves circunstancias llevan a la separación de una pareja unida en matrimonio? ¿Qué pasa cuando se ha roto la convivencia, el respeto, la felicidad, la confianza? ¿Qué pasa cuando se ha roto de hecho lo que Dios unió de derecho? ¿No es necesario, a veces, en nombre del espíritu de la ley , poner el bien de las personas por delante de la letra de la ley? ¿No es eso lo que hacía Jesús cuando acogía, en nombre del espíritu de la ley, aquellos que se situaban al margen o contra la letra de la ley (publicanos, prostitutas, leprosos, paralíticos en sábado… ) ? La ley no está para saltarse, solamente faltaría, Jesús es un defensor a ultranza de la letra de la ley.

Pero Jesús pone por encima de la letra de la ley, por muy justa que sea esta letra, el espíritu de la ley, y esto lo hace, no lo dudéis, en nombre del Autor de la ley. Esto es lo que hacían los grandes profetas, los grandes maestros… adaptar la ley a las personas, a fin de que cumpla su misión: ayudar a vivir y alcanzar su plenitud y no aplastar bajo un peso insoportable. Moisés hizo esto con el divorcio «por la dureza de corazón», para mirar que la ley no descuartice de un golpe seco el corazón de piedra, sino que lo vaya ablandando poco a poco hasta convertirlo en un corazón de carne. Divorciados y felizmente casados, viudos y solteros, parejas y religiosos… este evangelio nos interpela hoy a todos por igual. Como nos situamos ante la ley? ¿Cómo nos situamos ante las debilidades propias y las debilidades de los demás? ¿Cómo y dónde situamos Dios en medio de todo esto?

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