Sobre Marc
Marc era un hombre normal. Era jesuita, amigo de muchas personas, aunque a la mayoría no las conocía personalmente. Amistades de un tipo especial, de esas que no necesitan de presencias físicas sino que se forjan cuando los corazones conectan y algo les hace entrar en resonancia. Marc tenía ese don, llegaba al corazón, sabía poner en palabras sencillas y hermosas a la vez, emociones y sentimientos explicados de forma tan humana que ayudaban a desvelar lo divino, a vislumbrar la profundidad que hay en todo y en todos. Con sus escritos y homilías movilizaba el bien que hay en nuestro ser más profundo y así nos llevaba a desear participar en la construcción de un mundo más humano y más justo por medio del amor, a querer transitar esa infinita diferencia que hay entre darlo todo y darlo casi todo, que él solía señalar.
En junio de 2010 a Marc le diagnosticaron un cáncer. Tenía 42 años y toda la fuerza, la ilusión y la preparación para afrontar los retos que la respuesta a su vocación de compañero de Jesús le deparara. Aquel día empezó su reto más importante, uno inesperado y desconocido, uno para el que no se había preparado. La vida le lanzó el mayor desafío: confiar, entregarse del todo para poder encontrar Sentido detrás de “La puerta de la quimio” y a cada día hasta que se fue.
Marc no quería morirse, amaba la vida con todas sus fuerzas, tenía muchas cosas que decir y que hacer, y aceptar este otro destino le causó mucho sufrimiento y dolor, más allá del que el avance de la enfermedad y los tratamientos le producían. Este proceso de aceptación, esa búsqueda del Sentido a través de tanto dolor, los explicó en los vídeos que aparecen en el «Inicio» de este espacio y que han ayudado a muchas personas y a sus familias que han vivido situaciones parecidas . Son grabaciones que pueden ayudar a cualquiera porque para vivir una vida plena es necesario dar sentido a la muerte que está en el horizonte de toda vida. Ocultarla, negarla o disfrazarla es fuente de mucha angustia.
En su búsqueda, Marc tuvo un sueño: “Hoy he soñado que me moría“. En este escrito se percibe que el Sentido y él se iban encontrando y nos dejaba pistas para recorrer nuestro camino. En los últimos meses su cuerpo se fue apagando hasta que, finalmente, preparado y en paz, abrazó al Sentido.
Si queréis conocer más escritos suyos, pulsad aquí.
Me ha gustado y ayudado MUCHO este testimonio, para mí misma – que recibí el diagnóstico a los 41 años- y para recomendarlo en mi blog. ¡Gracias a los que lo difundís!